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Imagen. / Chromatograph bajo la Licencia Unsplash

2025-04-16

Pluralismo y pragmatismo: una nueva mirada a los métodos científicos


En un mundo donde hablar de “método científico” suele sonar a dogma o fórmula sagrada —casi como una receta de laboratorio universal—, el artículo “Hacia una concepción pluralista y pragmática de los métodos científicos”, escrito por Juan Carlos Moreno-Ortiz y Astrid Bastidas Suárez, aporta una perspectiva renovadora. Publicado en la Revista Ciencia e Ingeniería Neogranadina, el texto cuestiona las nociones tradicionales y propone una alternativa robusta, flexible y ajustada al modo real en que hoy se hace ciencia: un enfoque pluralista y pragmático.

La ciencia no es una receta

Desde las primeras líneas, los autores cuestionan uno de los grandes lugares comunes de la cultura científica y académica: la creencia en la existencia de un único y universal “método científico”. Para ellos, esta concepción —profundamente arraigada en el imaginario colectivo y todavía presente en manuales y planes de estudio— es un residuo del positivismo del siglo XIX y del siglo XX, más sostenido por inercia cultural que por evidencia o utilidad real. Al mismo tiempo, el texto tampoco se alinea con la postura escéptica o incluso nihilista de ciertos filósofos contemporáneos que afirman que no existe ningún método científico en absoluto. Ambos extremos, sostienen Moreno y Bastidas, caen en errores similares: simplifican la complejidad real del quehacer científico y no ofrecen salidas prácticas para pensar la metodología en contextos de investigación actuales.

Un diagnóstico con historia (y rigor)

Uno de los puntos fuertes del artículo es su recorrido histórico e interpretativo. Desde las prácticas inferenciales de Aristóteles, pasando por el enfoque experimental de Galileo y el método analítico-sintético de Newton, hasta llegar al verificacionismo del positivismo lógico, el texto traza una genealogía crítica que nos permite entender por qué el monismo metodológico (la idea de un solo camino válido para la ciencia) se convirtió en norma.

Pero, como argumentan los autores, ese “método único” fue una invención relativamente reciente, motivada más por el deseo de trazar fronteras claras entre ciencia y pseudociencia que por una observación rigurosa de las prácticas científicas. En ese punto, emerge la tesis central del artículo: si queremos comprender cómo funciona realmente la ciencia, hay que mirar hacia las prácticas.

Inspirados por el giro hacia las prácticas científicas en la filosofía de la ciencia —una tendencia que ha cobrado fuerza en las últimas décadas— Moreno y Bastidas replantean la pregunta por los métodos no desde la teoría pura, sino desde lo que hacen realmente los científicos en su día a día. En este enfoque, los métodos no son reglas fijas ni estructuras abstractas, sino herramientas heurísticas, es decir, recursos prácticos que ayudan a orientar la investigación. La clave está en su eficacia, no en su pureza teórica. Y esa eficacia se define por su capacidad para resolver problemas concretos, no necesariamente por cumplir con un ideal lógico o epistemológico.

Este punto de vista permite incorporar una diversidad de enfoques: desde métodos deductivos clásicos hasta inferencias abductivas, inductivas y analógicas. Cada uno cumple un papel específico dentro del proceso de investigación científica, y ninguno puede reclamar un estatus de exclusividad.

Contra los sesgos de siempre

Otro aporte importante del artículo es la identificación de dos sesgos que han distorsionado la manera en que pensamos los métodos en la ciencia:

  1. La subordinación de lo metodológico a lo epistemológico: es decir, reducir el método a la función de justificar el conocimiento, dejando por fuera su papel en la creación, el descubrimiento o la exploración.
  2. El sesgo contra lo creativo: la vieja idea de que los procesos creativos no pueden ser metodológicos, como si la abducción, la analogía o la experimentación exploratoria no tuvieran reglas o criterios.

Estos sesgos han impedido que se reconozca el verdadero carácter de los métodos científicos: no como estructuras cerradas, sino como esquemas dinámicos de acción que combinan lógica, teoría, intuición, contexto y experiencia.

Pluralismo sí, pero con criterio

Aunque el artículo aboga por un pluralismo metodológico, también establece límites sensatos: no se trata de aceptar cualquier cosa como método, ni de caer en un relativismo metodológico sin rumbo. Más bien, reconoce que existen distintos métodos generales (deductivo, inductivo, abductivo, analógico), aplicables con distintos grados de rigor y sistematicidad según la disciplina y el momento de la investigación. Esta diversidad es una fortaleza, no una debilidad. La ciencia avanza porque permite esa flexibilidad, esa capacidad de combinar métodos, de adaptarlos, de innovar sobre ellos.

En un momento en que la ciencia enfrenta desafíos urgentes —desde el cambio climático hasta las crisis de confianza pública— este tipo de reflexión es más que oportuna. Ofrecer una visión más realista, más matizada y más útil de los métodos científicos es clave no solo para formar mejores investigadores, sino también para reforzar la legitimidad social de la ciencia. Este artículo no solo es una contribución teórica, sino una verdadera invitación a repensar cómo enseñamos, practicamos y comprendemos la ciencia. Si la imagen clásica del método científico es una brújula vieja y desajustada, la propuesta de Moreno y Bastidas es una nueva brújula: afinada, calibrada y lista para orientarnos en territorios complejos.


Laura Valentina González Pardo
Editorial Assistant
VirtualPro
laura.gonzalez@ingco.co


Referencias:

Ortiz, J. C. M., y Suárez, A. B. (2025). Hacia una concepción pluralista y pragmática de los métodos científicos. Ciencia e Ingeniería Neogranadina, 35(1), 113-129.
Disponible aquí

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